
En las últimas semanas, los silencios fueron fríos y lúgubres, al igual que un invierno de injusticias. Cuando un ser de luz comienza a formar parte de nuestra existencia y va construyendo ladrillitos de importancia, buscamos la manera de hacerlo más feliz y más brillante, estableciendo nuevas posibilidades y blindajes para evitar que lo lastimen. Otras veces, los alejamos para protegerlos, en un acto de sacrificio y bondad, en medio de las vicisitudes y avatares de la existencia, hasta que la brújula vuelva a girar hacia el mismo camino de la felicidad.
Administrar realidades pueden ser inoportunas o incómodas, pero siempre reaparece esa magia que nos salva y deposita sus rayitos de sol en cada gesto, mueca, eternidad constelada. Extrañar, recorrer espacios, atravesar pasillos para lograr un hechizo hipnótico de presencia de cuatro ojos en un salón repleto de otros ojos espías, son un bálsamo que se levanta ante tanta maldad y negatividad corrompidas.
Saludar con las manos o incurrir en miradas sonrientes se combinan en una sentencia cómplice de decires sensoriales: “Me gustó verte esta mañana”, y “espero seguir viéndote, aunque sea desde lejos”.
Aunque sus horas hoy sean tristes o difíciles, la destinaria debiera saber que su aflicción también nos duele, y está el más hermoso deseo está en recubrirla con un abrazo de palabras y sentimientos sinceros de amor. Sí, sabemos que esta palabrita ha espantado a más de cien mil elefantes, pero no hay otra descripción que vaya acorde a lo que se gesta desde el alma sin prejuicios ni premisas falsas. Como una sabia lechuza dijo: “No piense demasiado. Sienta”.
Por favor, no es ninguna recriminación y ni siquiera estamos pensando de esa forma. Al contrario, si el tiempo ayuda a reordenar su esencia y volver a su centro, la esperamos siempre. La espero siempre. Nunca debemos olvidar a las raíces. Usted me ayudó a encontrarme con lo que sentía, y la gratitud siempre será eterna e infinita. La adoro aquí, allá, y en todas partes, parafraseando a The Beatles, aunque esto último sea un secreto (¿la onomatopéyica del ‘ups, lo dije, Hoo Hoo’, causaría algunas risas?) Hubiera querido ser un lechuzo más grandecito para alcanzarla y compartir más momentos inolvidables sin temores a los flashes de los paparazzi, pero no pierdo la esperanza. Me tendrá siempre de su lado y nunca le soltaré la mano, si me lo permite. Ya sé, ya sé. Cállese, cronopio lechuzo buen hombre, que ya la lechuza cronopia abrazo de mirada se aburre.
Los sueños seguirán sonriendo entre puntos suspensivos…mientras el corazón aguarda en su dulce esperanza. La vida busca capturar instantes y recrearse en cada desafío del día y hasta del tiempo. Nadie olvida besos dados con los ojos cerrados ni tampoco a las miradas que se rejuvenecen ante tanto misterio. Las manos juntas, fuego y hielo, pieles fundidas en ternura y salvaje delirio hambriento.
Here Comes The Sun. Quisiera dejarle un mensaje optimista, con el ansia juvenil de volver a escuchar su voz y volver a verla, cuando se sienta mejor: gracias por orbitar en este mundo de locura, entre aventuras de fe y Ars Amandi por los atardeceres del ensueño, los bulevares de nuestro secreto. Aquí la espero siempre, con un abrazo de más de 8 segundos, con la mirada encontrada de dos niños buenísimos y colgados por el tiempo. La saludo, Abejita Azul, elefantita Brown, Yema Dulcísima Castellanísima Ososa, Brillo de Sol. Usted me gusta mucho. Siempre tendremos un «café negro por enésima vez». ¡Gracias, siempre!