Lo que debo decirle carece de estructura y metodología, porque se corre el riesgo de mutar constantemente. No se asuste. No son variantes letales relacionadas al virus pandémico del siglo XXI. Sin embargo, increíblemente surge un verso de Quevedo y Villegas con su “tras siempre arder, nunca consumirme”. Lo que hoy siente y debo explicar va creciendo y esparciéndose, como pequeños peces que atraviesan libres el río interminable de sueños y esperanzas con sus aletitas de voluntad. Claro que siempre llegan a buen puerto. Con usted no busco finales trágicos ni tristes. Resulta que es todo lo contrario, pero debiera disculparme este circunloquio del primer párrafo para decirle: «Usted me gusta».

Ya sé que me pedirá que no le explique y que sienta, pero al cronopio lo ataca el delirio fama en forma burlesca y desea utilizar términos rimbombantes para captar su atención y buscar que se ría a carcajadas. Ha confesado que la hago reír y no sabe cuánto quisiera abrazarla fuera del tiempo avaro de los horarios de oficina y noticieros radiales – televisivos. El segundo párrafo salió más airoso: «Usted está en mis pensamientos y en mis sentimientos. No puedo evitarlo’.

¡Basta!, diría usted en medio de rubores y planteamientos de subtemas para no insistir con el tema principal. Seguiré insistiendo desde mágicas hendiduras, bajo su mirada de sueños profundos y que hace más celestial a este loco mundo. No me tome por cliché, que adoro verla en la forma en cómo la veo y eso que últimamente había dejado de sonreír. Por primera vez, quedamos «groguis» con un knock-out que nos eleva y ya pasó más allá del 10 que cuenta el árbitro en el ring. ¡Mi cara está rojísima, lechuza! Tercer párrafo con moraleja: el brillo de sol deja quemaduras de todos los grados en un deleite sublime que ni siquiera conduce al hospital.

Ya ve que me estoy agrandando, y en cualquier momento aparecerá la agujita para pinchar el globito, la realidad que quiere ser amarga y aguarnos la fiesta. Solo buscamos agradecer por tanta ternura, tanta esencia, hasta por la palabra que empieza con a y termina con r pero que no podemos pronunciarla porque hay cachetadas un poco infalibles. No me cansaré de buscarla por cada rastro, huella, hendidura, rendija, cerradura, cornucopia en acepción dos de la R.A.E. (risas) y caleidoscopio. Cuando la puerta, la ventana y la grietita del techo se abran, sabremos que ese juego bellísimo de lechuza y lechuzo encronopiados de amor (lo dije) nació de abrazos infinitos y miradas eternas. Descubrirla y atesorarla en acciones, gestos, libros, poesía y palabras, son la alegría infinita. Cuarto párrafo de la verdad con el capítulo 83 de Rayuela: Total parcial y total general…gracias.