Mire sus arruguitas. Son como ramitas de sapiencia.

Piense, viva, sueñe, sonría. La estamos grabando con los Smartphones en formato vintage – sepia. No hay bicho que resista ser cachado in fraganti en un asalto frustrado.

Si el termómetro marca 39°, quiere decir que está roto. Gire los números y sabrá que tiene fiebre cronopia. Traiga rápidamente muchos cubitos de hielo y lléveselos a la frente. Si le da escalofríos, entonces busque una pistolita de juguete con agua caliente para restablecer a los colores de su rostro arcoiris. Ya ve cómo la autosugestión dará los mejores resultados.

No se refriegue tanto los ojitos, que no podrán cumplir su función de abrazar con la mirada a los que tienen insomnio. Cuide sus uñas lilas – rojas con un guante de encaje suavesísimo y manténgalo a temperatura acondicionada. No debe derretirse ese custodio de arañazos en dulzura.

Ría a carcajadas para espantar al que quiere ser demasiado serio y se olvida de poner madrugada en notitas cómplices. Ya verá que el susto hace bien a los que creen estar trabajando en horario laboral.

Pero, sobre todo, lo más importante. No se olvide de su esencia, que la acompaña y hace brillar cada hendidura sin trazo aparente. Todo encuentra su cauce en su luz de fe. Nada puede hacerle daño.

Camine a su propio tiempo, avanzando en latidos rítmicos que marcan su garbo y su presencia. Nadie más tiene la respuesta cuando se anda descalzo en libertad o con zapatitos de papel maché que fueron improvisados para soporte de tacón luego del tropezón escalonado. ¡Ingenios de la locura!

Siga siendo usted, abejita azul, que la esperanza y la gratitud se adhieren a su existir como el horizonte más hermoso, con nubes algodonadas y azucaradas en el onomatopéyico ‘HAUM’ del cielo infinito. Creo que así se dice: HAUM, JAUM, JAO como los ancestros y señales de humo.

Descanse y póngase fuerte, que la guía del Universo se hace más firme con su brillo de sol y nada nos puede hacer daño. Si necesita ayuda, por supuesto que le daremos la mano. Somos cronopios lechuza y lechuzo, ¿O No? Si me mira, yo la miro, como la cornucopia sagrada creada para el sublime Ars Amandi. ¿No le gusta cornucopia? Está bien. Espejos, reflejos, mares de imágenes que se replican en un roce de flores con la brisa del viento a campo abierto. Girasoles, rosas, encanto, tiempo.

¿Sigue frunciendo el ceño? Sus arruguitas eran orguitas, luego crisálidas y hoy ya son mariposas que se posan en árboles de savia sabia, preciosos bálsamos para el bohemio «in love». Alma divina y eterna. Corazón mágico y hechizante. Mujer de guerra y paz, fuego y hielo, perseverancia hacia dos dedos en señal de victoria, más allá.