
¡Harto! ¿Cuántos hilitos de sangre más deben correr para detener el duelo de espadas, o el rasguño de los gatitos por no querer bañarse? ¡Basta! La guerra no es el camino y termine de descargarse. El sofá está cansado de sus berrinches rojos, la sala de música presenta resquebrajaduras asquerosas de tanto volumen y descontrol. Está por todas partes. Ya, cálmese y disfrute del vinilo que le habla sobre los cambios de vida, en el minuto de Nueva York.
Eagles, otra vez. Descanse, poeta, que sus inseguridades trascienden hasta por el páncreas o por la espina dorsal. No, no y no. Déjese de tonterías y dedíquese a su recuerdo, a aquellos sueños en donde vive y perdura junto a la reina absoluta, la que no puede ver ni tocar.
Apure el silogismo que espanta inferencias e intuiciones. Deje de estar borracho de rubias que le hablan al oído sobre pasiones tentadoras. No desespere, que un angelito lo despertará en territorio amigo, luego de tantos campos minados por ninjas y francotiradores.
Beba la causa y el efecto. Atesore el grandioso signo que inventa una pizarra con dibujos de ella en tizas de arcoiris. Hay que ser dignos hasta para robar un color. La importancia radica en ser paciente, porque excalibur aguantó tanto tiempo en la roca y la mesa cuadrada terminó por ser redonda.
Déjese de filosofías y continúe su delirio. Las venas se van quedando sin flujo. Moretones por todas partes. Está enfermo. Necesita recostarse.
La fiebre lo llevará a otras visiones. Un beso que se hace sapito y luego ovejita y más tarde un verdadero beso. Ay! Cómo la extraño, mujer de luz, no me deje tanto tiempo en la cronopiada del silencio, que este tiempo no es el mismo del relojito cucú de la pieza. El tum tum a diez mil por minuto vuelve como la onomatopéyica que salva. No. Su presión arterial está altísima. Vamos, que todavía tiene remedio.
Acumule la energía, que le hace falta todavía. Piense que soñarla es la verdadera poesía. Pues claro que lo piensa. Entonces, está bien. Va recuperando el pulso. Viva, respire, inhale, exhale, agarre su manito y reconstrúyala en dibujitos cerrando los ojitos. Entró al mundo cool. Jazz, saxofones y sexofones de alta alcurnia, ritos de Ars Amandi que se hacen paz, noble fe, dulces sueños, amor.
Bien. Ya se está estabilizando. Siga con el vinilo y vuelva a su adoración sagradamente secreta. Recobre la esperanza, la salud y la consciencia de sentirla eterna. Muy bien. Así se hace. Ahora que ya me escucha, le pido encarecidamente: ya no me rompa los vasitos de vidrio, que tengo que seguir sirviendo pociones mágicas. Mañana es 14 de febrero y me está ahuyentando a la clientela. ¡Explótese los granitos de la cara, si tanto molestan! ¡Ya no tire los vasos al suelo! ¡El servicio de limpieza me persigue con las horas extra!