En la oscuridad cobra forma tu verdadera piel. Hay sombras que delinean contornos perfectos, combinando a las palabras del recuerdo con la soledad de una ajena invención. 
No es un boceto de tu sonrisa luminosa en el apagón y el silencio. No se trata de agravantes ni agravios que recrean fábulas prohibidas y antropofágicas. Es un misterio que se construye en la diversidad de los rasgos que te circundan, mientras la arcilla se corrompe con las manos trazadas al vacío.

Tratamos de olvidar el pudor, con la constancia de saberte ausente y presente, como la corrupción de todos nuestros sentidos. Apegados a un sueño que se sueña dentro de otros sueños, nos hundimos en los besos y en las cadencias de una mirada lánguida, asumiendo que no podrá existir el despertar único hacia una realidad altisonante.

Asomas el rostro entre tinieblas y balbuceos, con el hablar suave y pausado, como entre susurro, para regalar un nuevo código a los juegos del placer. Dices mi nombre impronunciable, mientras aborrezco el tuyo por el simple temor a revelar nuestro secreto. Respiramos un oxígeno ajeno a los mortales y no debería mezclarse en esa tabla periódica de elementos que vive del cianuro y del bromato de amonio. Triste ciencia de lo incoherente y petulante, me callas y nuevamente me besas. Ese es el verdadero Ars Amandi.

En la oscuridad te pienso rubia, morena, negra o caucásica. Asumo un bosquejo de tu cuerpo, entre simetrías vagas y estrías sin vicio previo. Te imagino sumisa, proclive a la exasperación o al atraso del orgasmo. Hay puntos altos, medios y bajos, porque es una realidad que no la veo, pero la siento. Criatura noble e innoble, dual e individual, moraleja y paradoja, oraciones bimembres y unimembres, espejo y reflejo, realidad y fantasía, vos y vos, yo y mi otro yo, nosotros dos y un no nosotros dos. Juegos de palabras que incitan al desequilibrio, a las virtudes del sesenta y nueve con sus inversiones y reversiones.

Sí. Imaginería. Cursi recuento del vacío. Hundirse en la nada que transforma constantemente tu ser y ya no hay respuesta. Savia, áloe o ajenjo. Jazmín, rosa, mirto. Amor, sexo, muerte. Tu voz me adormece, la unión de nuestros cuerpos nos va excitando sin remedio, viajamos lejos sin dormir. Apuramos el te quiero y la vida cobra mayor sentido, en ese eterno crearte y destruirte a oscuras, sin miedo.

17.07.2016.