Volviste, eterno amigo,
Y pensé que ya te despediste.
Regresaste alegre, altivo,
Cerré los ojos, me puse triste.

Te fuiste a destiempo.
Los sueños estaban para alcanzarte.
La alegría pasó a ser silencio.
Ya no habrá música esta tarde.

Pero siempre cuando llegas
Apareces con un mensaje.
Te vi feliz y bromeando.
Nada pudiera preocuparte.

Tal vez fue el susto,
Que, lastimosamente, despertase:
El corazón aceleró su pulso
Ante esa amistad noble, hoy distante.

Cambiamos, mutamos,
Nos extrapolamos o mudamos
De piel; como bohemios o vagos
El universo es un nuevo peldaño.

Hoy sonrío por ti, pensando:
Una luz perdura siempre.
Hay una estrella soñando.
Otra, con savia dulce, que crece.

Y tu espíritu hoy trajo un bello canto:
“En la fe, nada oprime al llanto”.
Navega por los cielos, amigo astro,
Y no te rindas nunca, ser alado.