“And you’ve got a heart and it won’t break”. Bad Company.

Retrospectiva, recuento, recuerdo. Las malas compañías también pretenden dejar un legado en estos cosmogónicos throwbacks sin pausa. Redundancia, remembranza, restitución, devolver una parte de lo perdido, una vez recuperado. Retribución, Re mayor, Re menor, acordes del alma sin principio ni desazón. Repensar, redescubrir, revisar, reestructurar, reordenar, resoplar y retomar el rumbo trazado. Rebuscar y ser feliz solo por el juego-fuego de tus palabras. Recopilar legajos de sueños que flotan en bóvedas de la mente, en un resurgir de la historia tras la historia. Retroceder. Repetición. Ponemos etiquetas con las neuronas. Esto no se toca. Aquello no se olvida. Lo preciado no se borra.

Avanzar. Irrepetible. Inconmensurable. Rebobinar. Adelantarnos a un beso que nació a trasluz en un cuarto de hotel de anonimatos y de dudosa reputación. Revolver el pasado hacia el futuro. ¡Recórcholis! Reinstalar sonrisas en divinas realidades, realizar castillos de arena en ese río, remanso sin tiempo. Remamos a contracorriente en una carrera de resistencia, en un abrazo dado con nuevas alas.

“Y tienes un corazón y no se romperá”. En un refugio de miradas renace el resplandor que revive esperanzas. Reavivar llamas. Recomponer delirios. Restaurar órdenes y principios. Restablecer pactos de fe y reencauzar imágenes que vuelan hacia el recóndito paraíso, el nuevo ideario del sol. Reemplazar actitudes y aptitudes, reanudar votos de confianza, renovar la sangre que rebrota como la savia que es sabia en su sublime reverdecer.

Resiliencia y asumir riesgos. La reticencia a no tender puentes es una causa perdida. Reconquistar instantes y reagrupar momentos. Vale la pena reintentarlo. Reaccionar, detenerse, volver a los orígenes, a las raíces que diversifican frutos y ramifican esperanzas en frondas sin horizonte. Respirar un grito ahogado de anhelada libertad. Reanudar los pasos, con música, y con los pies descalzos, bajo la luna que nos bebe reconectando amores y pasiones. Reacondicionar rincones de magia, tristezas y felicidad. Resumir cuentos, reimaginar versos, reír a carcajadas, reunir fortaleza y clamar por la dulce redención. Pararse para resentirse en ese ser uno mismo, recobrar el pulso y el impulso. Recomenzar.