Magritte…

Día 1. «Y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar», Julio Cortázar. Capítulo 7. Rayuela (1963).

Además de un silencio autoimpuesto, una pandemia del siglo XXI nos sumergió más al fondo. Habíamos dejado que las palabras sigan su curso a través de otros cauces. Las generaciones noveles debían aparecer para darnos más luz, y aunque nosotros – los de la vieja guardia – hubiéramos decidido seguir capturando instantes, comenzamos a respetar los tiempos del otro.

Ahora, hay nuevos responsables y agentes causales en este resurgir de sueños y esperanzas. La amistad profunda de un ser a quien conocimos hace solamente unos meses abrió las compuertas de una magia que tal vez el propio poeta creía que ya estaba disuelta.

El 2020 fue un encierro y gran parte del 2021 fue una lucha contra el caos y la desesperación. Por el camino, perdimos a un amigo más que querido, crucial para el desarrollo de nuestras labores profesionales cotidianas; pero, las obras de fe terminan siendo infinitamente trascendentales. Aunque obviemos el nombre, el destinatario sabrá que fue su luz la que logró encender esa nueva revolución del amor, tan cantada por el genio Rimbaud. Gracias, camarada.

Aquí, en este sitio de reestructuras tecnológicas, iremos depositando impresiones, vaivenes y pensamientos de bohemios que no se cansaron de perseguir a la luna, aún en plena Lockdown. Ya verán. Hablaremos de poesía, música, prosemas y versos que no se ocultan, buscando integrarse y desintegrarse con el misterio de la vida, y esas cosas que son más Soul que Jazz en un nuevo porvenir de eterna literatura.

Claro que es un recomenzar de sonrisas y miradas a contraluz, a delirios suaves y perennes. Aquí habrá Cortázar, Pizarnik, Benedetti, Neruda, en una conjugación mística de los besos que se dan frente a los espejos, en un cariñoso gesto de retribución y gratitud. Pero también estará la voz de otro poeta: el que actúa como un humilde «medium» entre sus pensamientos y sus incorregibles andanzas.

Nos despojaremos de las mascarillas y la palabra será el lazo que podremos construir sin obstáculos, tendiendo puentes en un universo que sigue su lucha por seguir brillando. Bienvenidos sean, cronopios formales e informales. Seamos flores, luces, sombras, bohemios alegres o tristes. Seamos nosotros mismos. Seamos nosotros y los de entonces. Buenas salenas.